Cousteau y la foca monje

Un día como hoy, 11 de junio, nacía Jacques-Yves Cousteau, inventor, oceanógrafo, explorador, cinematógrafo y divulgador. Cousteau en 1943, junto a Gagnan, inventó el regulador para bucear, que desde entonces permite acceder al mundo submarino con autonomía. Además, Cousteau fue el primero en popularizar películas submarinas, que usaba para la concienciación medioambiental. Estos documentales han sido emitidos por todo el mundo, especialmente la serie “El Mundo Submarino”, haciéndole el más célebre de los divulgadores del mundo submarino.

Con la foca monje Cousteau tuvo una interesante historia. En 1923, T. Monod avistó algunos ejemplares de focas en la Península de Cabo Blanco, y en 1945 Eugenio Morales Agacino logró descubrir la última colonia superviviente. Tres años después Cousteau y su equipo exploraron y filmaron la colonia de focas monje de Cabo Blanco, entonces en “La Costa de Oro española” en el África Occidental. Fue durante un viaje con su primer barco, El “Élie Monnier” (el “Calipso” lo consiguió posteriormente en 1950) donde “descubrieron lugares mágicos”, como las Islas Salvagem (“con especies desconocidas”), Dakar y la Isla Margarita (“cientos de tiburones”), Cabo Verde o el Estrecho de Gibraltar (“con más marsopas que humanos”). Y, dos lugares con focas monje:

La Galita, en Túnez, donde el equipo descubre un pequeñísimo grupo de focas monje en una recóndita cueva, describe su alimentación con langostas (y una foca “con un pote de pesca de langosta en la cabeza”), y observan de cerca un macho, una hembra, una foca “albina”, y un cadáver en la playa interior de la cueva.

Y, ya en la Península de Cabo Banco realizaron una detallada exploración, que Cousteau narra en el capítulo X (“Los compañeros del mar”) del libro “El Mundo Silencioso” (Ed. Éxito, 1954), que empieza con la frase “tal vez nuestro compañero más encantador y fascinante en el mar ha sido la foca”. En esas páginas Cousteau describe a un lugareño que llamaba a las focas e interaccionaba amigablemente con ellas, observan una veintena (con machos, hembras, juveniles y crías), estiman que podría haber unos dos centenares, explican la técnica de inmersión de las focas, y las describen como confiadas (tanto que incluso les llegan a “hacer cosquillas con sus bigotes”). Y, cuenta la historia de “Dumbo”, una joven foca que “capturan con ayuda de una red que bajaron desde el acantilado, en principio para enseñarle a acompañarles en el agua, y finalmente destinado al acuario de Marsella”, y como un pescador les enseñó a alimentarla con pulpos (“que tragó como espaguetis”). Además, de aquel viaje queda constancia en una antigua e interesante película que se puede ver en el canal del Programa de conservación de la Foca Monje.

Más información:

Programa Foca Monje, Historia

Fotos del libro “El Mundo Silencioso” (Ed. Éxito, 1954)

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