El conejo de monte: ¿especie clave y dominante de los ecosistemas mediterráneos?

En general una “especie clave” de un ecosistema es aquella que desempeña un papel fundamental, independientemente de su abundancia o biomasa, ya que produce efectos desproporcionados, cualitativos, que pueden transcender a todo el sistema y afectar a muchas especies. Es decir, son especies cuya desaparición puede alterar sustancialmente un ecosistema.

Podría ser el caso de algunas especies “depredadoras” o “ingenieras”. Las primeras suelen ser especies poco abundantes pero cuya desaparición puede desencadenar efectos en cascada; si dejan de controlar las presas éstas provocarán un efecto sobre la vegetación (o los productores primarios). Un ejemplo clásico es el control que hacen las nutrias marinas sobre las diferentes especies de invertebrados comedoras de las grandes algas marinas del Pacífico. Son ejemplos del papel funcional de los grandes o meso depredadores y sus efectos en cascada.

Las especies “ingenieras” son aquellas que modifican o incluso crean hábitats. Por ejemplo, los elefantes o los castores.

Además de las anteriores hay también “especies dominantes”, que conforman una parte muy importante de la biomasa del ecosistema, como es el caso de muchas especies presa o vegetales. Por ejemplo las encinas, ya que su sola presencia determina la estructura y funcionamiento del bosque mediterráneo. La eliminación o disminución de estas especies altera drásticamente todo el sistema. Otro ejemplo clásico, podrían ser los salmones del Pacífico, depredados por un amplio abanico de especies marinas y terrestres, y que afectan incluso a la fertilización y desarrollo de los bosques.

En los ecosistemas mediterráneos el conejo de monte o silvestre (Oryctolagus cuniculus) puede ser una especie dominante y clave, por ser especie presa fundamental y además por poder actuar como “ingeniero” y modelador del paisaje. El conejo de monte es el único conejo europeo, y su origen está en la Península ibérica. No existe otra zona del mundo donde el conejo sufra una presión tan alta como en el área mediterránea, y en particular en la Península, ya que los conejos ibéricos no tienen “especies redundantes” que desempeñen un papel funcional similar. Los conejos pueden representar hasta el 25% del total de presas de los depredadores ibéricos. Se ha estimado que hay ¡48 especies! de vertebrados que en mayor o menor medida depredan sobre el conejo en la Península (y por ejemplo en Inglaterra depredan 9 especies y en Francia, 30). Además los depredadores, dependiendo de su peso, cazan selectivamente conejos de diferentes edades y tamaños.

Por supuesto, tal presión ha llevado al conejo a desarrollar adaptaciones evolutivas específicas (de alta productividad y precoz desarrollo de los juveniles; de comportamiento; de menor depredación sobre las hembras, etc.).

El conejo supone como mínimo el 85% de la dieta del lince ibérico. El lince es por tanto un súper especialista en el consumo del conejo, llegando a depender fuertemente de su dinámica poblacional, e incluso parece haber co-evolucionado con el lagomorfo.

Antes que las enfermedades diezmaran las poblaciones de conejos, éstas eran reguladas por el amplio espectro de depredadores ibéricos. En ausencia de depredadores especializados, el conejo se comporta como “especie invasora” o plaga (como sucede en Australia y otras islas del mundo). Precisamente como consecuencia de esa circunstancia, se aisló el virus de la mixomatosis y se decidió utilizarlo como medio de control. En 1950 se introduce en Australia y poco después en Francia, desde donde se extendió rápidamente por toda Europa, diezmando las poblaciones con una impresionante eficacia. Posteriormente, en 1988, aparece en Europa otro virus, el de la enfermedad hemorrágica, que constituyó un complemento letal de la mixomatosis para la mayor parte de las poblaciones ibéricas y, paralelamente, para los depredadores más especializados en su captura, como el lince.

El conejo de monte es una especie con muy amplia valencia ecológica, que puede adaptarse a hábitats muy variados, de lo que da fe su amplia distribución actual por todo el mundo. Sin embargo, su óptimo corresponde a paisajes en mosaico, dominados por matorrales o arbustedos mediterráneos, tanto con arbolado como sin él, pero salpicados de pequeñas teselas de pasto herbáceo (o cultivo agrícola), que son las que contribuyen a proporcionarle alimento de calidad. En ese hábitat satisface sus necesidades de refugio y alimento, y su normal desarrollo como especie dominante y clave del monte mediterráneo, del lince, de la mayoría de los depredadores ibéricos e incluso como modelador de la vegetación y del paisaje.

 

Texto: Fundación CBD-Hábitat.

Más información en el “Manual para la gestión del hábitat del lince ibérico y de su presa principal, el conejo de monte” (Fundación CBD-Hábitat) cuya segunda edición estará disponible en español y portugués durante el año 2015 como parte de las acciones del Proyecto LIFE+ Iberlince.

FOTO: Conejo en una finca de la Sierra de Andújar con acuerdo de colaboración con la Fundación CBD-Hábitat, Proyecto LIFE+ Iberlince.

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